Hace cuatro días, en el camino entre Amberes y Amsterdam que cruzo cada fin de semana, empecé a leer “Vistazos de la frontera” escrito por Ernesto Mireles. Que iluso fuí al pensar que sería un viaje tranquilo.
La historia
Ernesto nos lleva a Piedras Negras en Coahuila, en el desértico norte de México. Aquí conocemos a Pedro, su hermana Victoria, sus abuelos entre muchos otros primos y amigos. Su vida es un tanto peculiar para muchos en ese país, dividida entre dos territorios. Piedras Negras es frontera con Eagle Pass en Texas, en el desértico sur de Estados Unidos de América.
Pedro crece entre los dos lados como el lo menciona, tiene este doble origen, con unos abuelos en el lado Mexicano y otros “del otro lado”. Siempre se ve envuelto entre los de acá y los de allá, jamás haciendo diferencia entre ellos, es una convivencia entre iguales. Pedro crece entre estos dos lugares, estudiando en uno y durmiendo en otro. Compartiendo su historia con su hermana y sus primos, tíos y abuelos. Historias llenas de alegría y enseñanzas que alguna vez tuvimos y quizá olvidamos.
El conflicto
Así como Pedro tiene una vida dividida, también lo están sus experiencias. Mientras sus primos aprenden historia de México, el estudia la de Estados Unidos. La situación de seguridad es mejor al norte de la frontera, mientras que al sur se vive un estado de alerta.
Esa misma mezcla de cultura genera también una sinergia que enriquece a ambos lados. El rock fue importado de norte a sur, así es como lo conoce Pedro, y de este mestizaje tenemos bandas como Caifanes u otros. Así es como también se ha importado en Estados Unidos la cocina mexicana, mestizándose y creando el famoso Tex-Mex.
Pero vivir entre dos lugares significa también sacrificar momentos importantes. Las comidas familiares serán mas esporádicas y requieren mayor planeación. Pedro no podrá estar ahora en todos los sucesos familiares, y así sucedió. Este sucedo es uno que marca su vida y se empeña en que no vuelva a suceder.
La nostalgia
“El tío Cristiano me dio la clave, recordándome que ya no había ninguna circunstancia física que fuera en contra de esta paz, que ya podía atesorar mi niñez y toda la historia de la familia y la frontera, sin dudas o inquietudes.” Tío Cristiano, te agradezco esas palabras que hoy siento tan personales.
Antes de volver a Amberes, mi novia me preguntó si extrañaba a mi abuelito. Sin dudarlo respondí que si, pues fue una persona muy especial para mi, aunque fuí igual que muchos al desaprovechar los últimos años que pude tener con él. Platiqué un poco acerca de la silla reservada para los periódicos y a la derecha de él, mi abuelita. Le confesé que un libro titulado “Introducción a la filosofía” lo tomé de las repisas de mi abuelito. Lo siento mucho por los que me vieron en el tren sollozando mientras leía tus palabras tío Cristiano.
La nostalgia es un sentimiento agridulce, es la mezcla de tristeza, placer y afecto cuando se piensa de tiempos pasados que consideramos felices, o eso dice el diccionario Oxford. Este libro esta repleto de nostalgia y si no estas listo para revisar tu propio pasado será difícil pero sanador, así lo viví yo. Encontré un grupo de personajes con los que me puedo relacionar y tener conversaciones. Sin lugar a duda mi contexto no era tan similar al de ellos, pero puedo empatizar y sentirme parte de estos dos pueblos divididos artificialmente por una frontera.
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